El Ayuntamiento de Boadilla del Monte presentó el pasado lunes el proyecto de la nueva ermita del cerro de San Babilés.
El Ayuntamiento de Boadilla del Monte construirá una ermita en el cerro de San Babilés, en honor al patrón del municipio, similar a la hallada en las excavaciones arqueológicas realizadas en los últimos años. La construcción se ubicará a escasos metros de donde se encontraba la original y tendrá su misma orientación y planta. Este nuevo edificio religioso seguirá, en cuanto a volumen, traza y materiales, los modelos de la época, pero incorporará soluciones propias de la arquitectura del siglo XXI.
El proyecto, que ya se está redactando, incluye también el acondicionamiento de la zona para facilitar la comodidad y el acceso de los visitantes; igualmente se procederá al vallado del yacimiento y ajardinamiento del enclave.
El Ayuntamiento tiene prevista una nueva campaña de excavación para este año y la finalización de los trabajos de investigación. Además, se está avanzando en el proyecto de musealización del ámbito arqueológico.
El yacimiento de San Babilés se define fundamentalmente por un edificio religioso altomedival cuyo origen vincula la tradición cristiana con el martirio del santo. Este conjunto arqueológico incluye no sólo los restos de la antigua ermita y sus sucesivas modificaciones y ampliaciones, sino también una interesante necrópolis, hornos para la fabricación de cal y diversas dependencias auxiliares.
Con todos estos trabajos, está previsto que en 2022 el enclave arqueológico del cerro de San Babiles, ya declarado Bien de Interés Cultural, esté plenamente acondicionado para su visita.
Campañas anteriores
Desde 2014, el Ayuntamiento ha puesto en marcha varias campañas arqueológicas en el cerro, que han concluido con importantes hallazgos. El objetivo inicial fue encontrar los restos de San Babilés, que según la tradición, estarían enterrados en este enclave, tras su martirio en el año 715 durante la invasión musulmana.
Los hallazgos encontrados inicialmente confirmaron la existencia de asentamientos organizados en torno a una ermita ya desde finales del siglo VIII, con una necrópolis asociada que tenía su origen al final de la época romana.
En un primer momento también se encontraron restos de cabañas así como un singular horno de cal que indicaría que se habrían reutilizado materiales, probablemente para levantar la iglesia que en el siglo XIII se edificó sobre el templo visigodo para sacralizar el territorio reconquistado y de la que también aparecieron restos, así como de una ampliación realizada en el siglo XVI. En campañas posteriores aparecieron otros cinco hornos de menor tamaño, dispuestos en grupo, lo que indicaría la prisa con la que pretendían finalizar la construcción de la iglesia la posibilidad de mantener diversas cargas de cal impedía la paralización o retraso de los trabajos.
Otro hallazgo significativo fue el de una escalera (que podría conducir a una cripta) bajo la que, según el estudio tomográfico realizado, podría haber cavidades, galerías o cámaras.
En las primeras campañas aparecieron unas 40 tumbas a las que se fueron sumando después otras; entre los hallazgos había vasijas, jarras, alhajas...; también apareció una moneda que podría ser visigoda.
El descubrimiento más importante se produjo en un enterramiento con una tapa de granito de grandes dimensiones bajo la cual apareció una impresionante estela romana a modo de cabecera de tumba y otra pieza de granito a los pies. La tumba presentaba un único individuo y una pequeña botella de cerámica del siglo VII ó VIII; el equipo arqueológico dedujo que la estela, de época romana, fue reutilizada en época visigoda, momento al que corresponden el ajuar y la sepultura.
La importancia de los hallazgos arqueológicos llevó al Ayuntamiento a solicitar a la Dirección General de Patrimonio que incluyera el yacimiento entre los visitables en la Comunidad de Madrid y anunciar su intención de musealizarlo.