La estrategia de ZP: pragmatismo o idealismo

 
Zapatero, nuestro presidente del Gobierno, se enfrentó a un público variopinto de ciudadanos convenientemente informados para desarrollar su papel ante las cámaras de televisión. Nada más comenzar el programa, en el que cada ciudadano podía realizar una pregunta, parecía que ZP se había metido directamente en un berenjenal o que se había marchado a la batalla sin la suficiente protección del casco, coraza y el correspondiente escudo.

Pero nada más lejos de la realidad, nuestro Presidente se llevó la lección bien aprendida y poco menos que salió airoso de unos ciudadanos cuyos cuchillos, bien afilados, chirriaban entre los dientes. Que las preguntas, mire usted, llevaban pólvora de la mejor calidad.

Cuando me enteré de que ZP se iba a exponer ante la ciudadanía, de nuevo a pelo y con la que está cayendo, pensé que era un valiente en el mejor de los casos, vamos un pragmático que se había aprendido muy bien la lección; ya saben aquello de que el pragmatismo se basa en la utilidad, siendo ésta la base de todo el significado. Es decir, se es racional o no, dependiendo del objetivo, y de las preguntas en cuestión.

Quizás, se me ocurrió también, podía pecar de idealismo y, en este caso por tanto, de cierta inconsciencia al enfrentarse a la plebe él solito, sin ayudas de ningún tipo, con una crisis desconocida por las generaciones actuales. Pero, como todo, la realidad superó a la imaginación y venció el pragmatismo al primar más el mensaje que el dinero, la positividad frente a lo negativo, la sustancia, los temas, los valores, etc. ¿Y todo eso da de comer?, pues no, pero parece que ayuda una barbaridad.

De ahí a decir a los que tienen un puesto de trabajo que gasten para ayudar a quien no lo tiene, va un trecho difícil de asimilar por divisiones enteras de trabajadores que no saben si su puesto de trabajo pende, o no, de un hilo. Que yo, la verdad, no veo que los cargos públicos pasen del Mercedes al Ibiza en un pis pas, por aquello de que el Seat sea presuntamente más español que el teutón, que hoy en día lo dudo. Eché de menos que se hablara de fútbol, de los sueldos estratosféricos de los astros del balón, que según parece al ser galácticos no son de este mundo. ¿Y qué tiene que ver ahora el fútbol?, pues mucho, créanselo, que ZP echó pocos balones fuera porque sabía que, cuando aprieta de cinturón, los ciudadanos somos menos comprensivos, menos solidarios y más pragmáticos que el presidente del Gobierno: «arrégleme usted lo mío y que cada cual lleve la carga que le corresponda». ¿Saldremos de la crisis?, con toda seguridad respondió ZP; evidentemente, sólo faltaba que este momento histórico significara la debacle y el acabose planetario, mientras el Santander supera los mejores registros, en dividendos, de la historia del mundo mundial. Al final sólo me queda apelar a Descartes por lo de la búsqueda de la certeza, a través de la duda metódica: ¿hay crisis o no?.


* Francisco Roldán Castro es Presidente de la Asociación Española de Consultores Políticos

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