Patricio Fernández: "La leyenda de Boadilla es el principio de su historia"

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Patricio Fernández, historiador y vecino de Boadilla, nos ha contado algunas anécdotas sobre la Historia del municipio y sobre sus personajes más importantes, como el Infante Don Luis o San Babilés.

141105 patricio fernandezEl municipio madrileño de Boadilla tiene una gran tradición histórica a sus espaldas. Además de ser el lugar de residencia durante muchos años del Infante Don Luis, cuenta también con la leyenda de San Babilés, que ahora está más candente que nunca gracias al hallazo de unos posibles restos del obispo. El historiador y vecino de Boadilla, Patricio Fernández, ha hablado con Diario de Boadilla y nos ha relatado cómo es la tradición histórica de esta localidad.

¿Por qué los vecinos de Boadilla prefieren llamarse 'boadillanos' en lugar de 'boadillenses'?

El gentilicio de 'boadillense' no es ni femenino ni masculino, ni neutro. Es ambiguo. A veces no significa nada, y además hay que respetar la tradición. Nuestro gentilicio siempre ha sido 'boadillano', pero desde hace 15 años se ha empezado a utilizar 'boadillense'. No sé por qué. Cada vez quedamos menos nativos de Boadilla, aunque boadillanos somos todos.

¿Qué habría que hacer ahora para cambiar el gentilicio oficialmente?

Yo dije que me acercaré por la Real Academia de la Lengua y de la Historia para ver qué se puede hacer. No sé si habría que recoger firmas, o qué habría que hacer exactamente. Sí sé que hay bastante gente que me apoya.

¿Por qué decidió convertirse en historiador de Boadilla?

Yo nací en Boadilla, vengo de cinco generaciones que lo son. Siempre me ha gustado leer. Cuando  yo era pequeño sólo había una escuela, y en aquella época teníamos que arrimar mucho el hombro y trabajar. Tuve que dejar el colegio a los 12 años. Pero lo que no se me borró nunca fue mi afán de querer seguir sabiendo, y eso me indujo a leer todo lo que tenía a mano. Tuve la gran suerte de nacer enfrente del Palacio, en la zona noble de Boadilla. Mi madre era costurera del palacio, que era un colegio de niñas sometido a auxilio social, y había muchas niñas huérfanas de la guerra. Yo iba y las monjas me dejaban muchos libros de latín, yo los leía pero no comprendía nada. No obstante, me fui aficionando. También tuve la suerte de que mi padre y mi abuelo fueron hortelanos del convento. Allí también me dejaban libros de Historia, de Santos, y de lo que existía en el Convento.

A través de esto y de mi afán por la lectura, yo cogía muchos recortes de periódicos cuando los iban a tirar e iba leyendo cosas. Veía que algunas no coincidían en fechas, ni en contenidos. Yo en aquella época quería ser mayor para intentar localizar la verdad. Mi abuelo también me contaba muchas historias; de hecho, en mi primer libro le dedico unas cuantas páginas a mi abuelo y cuento las historias que me contaba. Todo eso lo anotaba. Cuando tenía 16 años estaba cansado de trabajar, y en una viña que planté me ofrecieron trabajar en una imprenta. Hablé con mi padre y finalmente accedí. Dormía en el archivo de la imprenta, y allí se hacían muchos libros de la congregación de misioneros del corazón de Jesús. Yo los cogía, y me fui aficionando más a la lectura. Después de 30 años volví a Madrid. Mis días libres los dedicaba a ir a los archivos históricos y buscar información. Uno de mis hijos se casó con una periodista que empezó a ver apuntes míos. Me dijo que podría hacer un libro, y al final lo saqué en 2011. El alcalde actual lo presentó. Gustó y publiqué el segundo en 2013 con más datos que tenía. Ahora mismo, me dedico a escribir la historia más larga jamás contada sobre el Infante Don Luis. Todo son certezas documentales, porque tengo copia de ellos, y con eso tengo bastante materia para seguir escribiendo. La historia del Infante en concreto me fascina.

¿Qué nos podría adelantar sobre el libro del Infante Don Luis?

Puedo adelantar que desde el momento en que nace el Infante, su padre, Felipe V, invitó al cuarto de la reina a diversas personalidades para que fueran testigos del nacimiento. A la hora del parto estaban presentes para certificar el nacimiento de Luis Antonio Jaime de Borbón. Le pusieron ese nombre porque su bisabuelo era Luis XIV de Francia, y su bisabuelo era el gran Duque de Parma, que se llamaba Antonio. Lo de Jaime era porque nació el 25 de julio, día de San Jaime. A partir de ahí, relato cómo crecía el niño hasta que se convierte en el cuidador de su hermanastro, Fernando VI. Todo el itinerario de los últimos meses de vida de Fernando VI, que murió en el Castillo de Villaviciosa. El Infante hacía una crónica diaria de la enfermedad de su hermano, porque era el hombre con el que más confianza tenía.

¿Los documentos originales siguen existiendo?

Hay un escritor, Ignacio Lavide, que escribe la historia del Infante Don Luis, a finales de 1800. Me apunté las citas de ese hombre, y empezando por ahí he ido encontrando conexiones y caminos. Hay veces que crees que vas a encontrar el oro, y no lo encuentras. Y eso es un trabajo alucinante y de muchas horas. Si no estuviese jubilado no lo podría hacer. Cuando trabajaba lo hacía, pero desplazando el cariño hacia mis hijos. En Semana Santa me pasaba tres días en los archivos, en vez de estar disfrutando de mis hijos. Ahora aprovecho más el tiempo.

¿Qué historia o anécdota destacaría de Boadilla?

El Infante Don Luis tenía una biblioteca de casi 3.000 volúmenes, También tenía un gabinete de historia natural con animales disecados, y tenía también una colección de relojes impresionante. Era un mecenas de la Cultura. Lo más anecdótico es que para leer una carta suya hay que hacerlo sin respirar, porque no ponía ni puntos ni comas. Si alguna vez muestro las fotocopias de las cartas, la gente se va a sorprender. De lo más moderno me llama la atención el tema del gentilicio, porque si toda la vida hemos sido 'boadillanos', no sé por qué ha derivado en 'boadillense'. Creo que quizá pueda deberse al desconocimiento de las personas que han ido viniendo y han ocupado el Consistorio de Boadilla. Pero mis ancestros eran 'boadillanos'. He descubierto que todos los pueblos que se llaman Boadilla en España tienen el gentilicio de 'boadillanos', excepto nosotros.

¿Cómo afectaría el posible descubrimiento de los restos de San Babilés a la historia de Boadilla?

A los nuevos habitantes podría afectarles en algo, a los antiguos no. Antes de que se descubrieran los restos, yo escribí las historias que me contaba mi abuelo. Y además de tener datos, en el año 1575 ya se sabía que Boadilla veneraba al santo y que había una ermita en la que estaba sepultado. En las ordenanzas de San Babilés, que aparecieron unas en 1470 y otras en 1575, también se habla de eso. Afortunadamente, un día encontré en la Biblioteca Nacional las ordenanzas de San Babilés.

La leyenda de San Babilés cuenta que fue asesinado junto a 86 niños...

El año cristiano está escrito en 1791 por Padre Isla. En él cuenta que en la villa de Odón vivía un santo, y que en la época de los musulmanes enseñaba a los niños cristiano. Al enterarse Alacán II los arrasó y los mató a todos, a él, a 80 niños y a dos hermanos que estaban con él. También cuenta la leyenda que los odonenses manifestaban que aunque la ermita estaba en Boadilla, se entraba por la villa de Odón. También se decía que la imagen del santo la llevaban a la iglesia de Villaviciosa, y que a la mañana siguiente estaba en la ermita, y que esta acción se repitió varias veces. Por aquella época, hay un escritor que decía que era un santo navarro apócrifo, fruto de la imaginación de las personas, pero gracias a la tradición estamos descubriendo que no es fruto de la imaginación, sino que hay una base. Incluso dicen que hay una basílica, entre otras cosas. Mi abuelo me contaba muchas cosas porque su padre conocía la ermita. La leyenda es el principio de la historia, gracias a la leyenda descubres la Historia.

¿Cómo cree que está siendo la gestión actual del municipio?

Está muy bien. Estamos en un momento en que hemos salido de una época convulsa. La trama Gürtel empezó aquí, y de esa época hemos llegado a una época de sosiego en nuestro Ayuntamiento. Ojalá siga así y se respete la idiosincracia del pueblo, y que haya serenidad. También me consta que, aunque es uno de los pueblos que menos paro tiene, hay muchas familias que lo están pasando mal. Pero lo más importante es que no tengamos la turbulencia que hemos tenido hace algunos años. A mí eso me revolvía las tripas.

¿Cómo está afectando a los vecinos y al Gobierno la trama de corrupción destapada en otras alcaldías de Madrid?

Yo creo que a los vecinos les preocupa lo que pase en otros municipios, y da la sensación de que estamos en la época de Curro Jiménez, pero no lo estamos. Yo creo que no es esa la situación, y aunque está el eco, Boadilla está serena. De aquí en adelante me gustaría vivir muchos años para poder escribir la historia de esta época.

¿Qué aspectos buenos y malos destacaría de Boadilla?

Lo único que saco malo es la nostalgia. En el fondo soy un romántico conpulsivo. Lo malo es que nos han robado las esencias rurales de Boadilla, el contenido de poder vivir de las tierras. Se nos ha perdido ese romanticismo. Pero creo que la ventaja es que la colonización ha llegado a Boadilla. Y me alegro, porque antes para comprar una alpargata teníamos que irnos a Madrid. Bares era lo que más había, pero pescaderías, por ejemplo, no había. Cada uno teníamos también nuestro árbol frutal, y poco más. Aquella época fue muy dura, y a pesar de eso, y como romántico que soy, añoro lo que he perdido.

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