Águila Roja de vergüenza

Águila Roja de vergüenza

Acierta "Águila Roja" en apostar por una fórmula con tirón comercial y un reparto sexy que gusta a millones de espectadores (cerró la quinta temporada en La 1 con 4.640.000 espectadores y un 24% de share). Y acierta económicamente Infinia (ubicada en el Parque Empresarial Prado del Espino de Boadilla del Monte) en aportar unos decorados que, según las pruebas, convencen a la mayoría...


Otra cosa es la desfachatez asociada al hecho de que una TV pública se rebaje a programar una serie con tan poco rigor histórico, tanta vulgaridad rampante y nula creatividad.  Detalles que en cualquier producción privada ni se contemplarían, puesto que su lícito afán de lucro ilimitado sepulta cualquier otra consideración y nadie en su sano juicio espera, lógicamente, ninguna propuesta arriesgada, innovadora, creativa, cultural o educativa de producciones basadas en estrictos criterios comerciales.

A una TV privada se le otorga el derecho a embrutecer, si acaso fuera preciso para preservar sus intereses financieros. Y ahí aplaudiríamos "Águila Roja", por muchos que fueran, como son, sus atentados (en diálogos, ambientación, vestuario, escenarios...) contra eso que, para entendernos, denominamos "calidad".

En una TV pública, sin embargo, nos tememos que ese Águila está Roja de vergüenza. O de burda sinvergonzonería ajena.

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