Iker no es un santo

Iker no es un santo

No cometeremos la osadía de atacar a Iker Casillas, que además lo para todo, precisamente ahora que su eventual suplencia en el Real Madrid le ha encumbrado más aún, si cabe, entre las masas, donde el fervor traspasa incluso las fronteras domésticas del propio club, por aquello de su internacional y laureada capitanía de la Selección Nacional de Fútbol.


Solo Rafa Nadal, Pau Gasol y, tal vez, Contador y Fernando Alonso pueden competir con él en el Olimpo menor de iconos a quienes, no solo los niños, otorgan el máximo reconocimiento, como si sus proezas deportivas superasen los méritos de cualquier investigador científico de prestigio mundial, cualquier grupo de voluntarios desplazado a las zonas de hambruna, cualquier eminencia de alguna de esas áreas en las que algunas veces se contribuye ¡incluso más! que con el fútbol a la evolución y el progreso de la humanidad.

Por eso convendría que durante la visita de Iker a Boadilla del Monte, que nos parece fantástica, alguien tratara hoy de explicar a los chavales que convertirse en portero de fútbol, del Real Madrid, Internacional, multimillonario, famoso y guapo no debería de ser su meta en la vida. Tal vez el propio Iker, sin ir más lejos.

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