Hace unos días leí en la prensa, que el pleno del Senado había aprobado por unanimidad una moción por la que se pedía al gobierno de España que defendiese ante la UNESCO la inclusión de la Semana Santa española como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La verdad es que me llamó la atención, pero no sería la primera realidad cultural española que goza de esa protección. Si no estoy equivocado, hay once realidades que gozan ya de esa catalogación. Desde la fiesta de los patios de Córdoba, que ha sido de las últimas declaradas, hasta la dieta mediterránea, el flamenco, el Misterio de Elche, el flamenco, el silbo gomero... Toda una riqueza que preservar.
Las razones que daban nuestros senadores para considerar a la Semana Santa como patrimonio mundial son variadas. Por una parte, es una celebración estrictamente religiosa, pero por otra, es una exhibición cultural y artística de primera calidad. Es más, argumentan los senadores, las procesiones que por todos los rincones de España realizan cofradías y hermandades se han convertido en la memoria viva de un pueblo.
En Boadilla, todavía, no tenemos una Semana Santa de esta calidad, como la que podemos admirar en multitud de poblaciones andaluzas, castellanas o de otras regiones españolas. Que no la tengamos, no quiere decir que no la podamos tener en el futuro, solo se necesita gente entusiasta y generosa, con un gran amor a Jesucristo, a su madre la Virgen María y a las grandísimas y bellísimas tradiciones de nuestro país. Yo estoy dispuesto a colaborar y animar cualquier iniciativa que surja en este sentido.
Pero, ¿qué tenemos en Boadilla en Semana Santa? Cuánta gente me pregunta esto. Pues tenemos lo más importante que podemos ofrecer, las celebraciones litúrgicas propias de estos días. En estas celebraciones es donde está el origen de todas las procesiones. Yo animo a pasar por cualquiera de las Iglesias de Boadilla, y disfrutar de estas celebraciones. Revivirás la Institución de la Eucaristía, el lavatorio de los pies, la pasión de Cristo, su camino hacia la cruz, su muerte y su resurrección. No lo menosprecies, será una bonita experiencia, de las que uno no se arrepiente.
